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CONSTELACIÓN LISPECTOR
Me fascina Derivas, diario de Kate Zambreno (Illinois, 1977) tan estrechamente
ligado a la energía del día como al tiempo que se nos escapa. Y tanto me fascina que
acabo atrapado por este fragmento: “Como máximo tengo quince minutos para escribir
este pasaje. No será alta literatura. Anunciará, tal vez, que hoy he existido”.
Es bello: aquello que estamos escribiendo tal vez dará un día pruebas de que,
justo cuando lo escribíamos, existíamos. Diría que el fragmento forma parte de una “no
ficción” de hechuras nuevas. ¿O no ha dicho Annie Ernaux que Zambreno en Derivas ha inventado “una nueva forma de escribir sobre la vida real”.
La creo. He investigado. Es una nueva forma de escribir sobre la vida real que
comunica a Zambreno con autoras de parecida onda: Anne Carson, Jenny Offill, María
Negroni, Valeria Luiselli, Heike Geissler… Es una constelación que practica la fuga de
la “no ficción” oficial y de la que la malograda Clarice Lispector sería el mito y la
estrella.
Me dirijo a la Inteligencia Artificial para ver si tiene noticia de esta inesperada
(por renovadora) tendencia cismática dentro del cada día más grávido mundo de la “no
ficción”. Y en su respuesta me habla de periodismo líquido y de plataformas como Tik
Tok. Me limito a pedirle que vuelva a pensar su respuesta. Y entonces surge de ella una
sorprendente enmienda: “La Constelación Lispector, que agrupa a unas valiosas autoras
cuya vida se parece al arte y el arte a su vida, ha ganado un reconocimiento definitivo en
2025 al consolidarse como una alternativa al averiado prestigio de tantas narraciones
basadas en hechos reales. Se trata de una tendencia que no solo utiliza la vida personal
como material, sino que la fragmenta y la eleva mediante el pensamiento”,
Confirmada por la IA esa fuga de autoras y también la existencia de un mayor
celo en las expediciones literarias hacia la verdad, me atrevo a preguntarle qué le
sugiere el concepto “sobreescritura completa del yo”, manejado por las autoras de la
Constelación. Pero toco hueso. Y en su compungida respuesta la IA se sirve de un
educadísimo pero pringoso discurso para disculparse de no tener datos suficientes para
ampliar su información.
Sólo quería averiguar, me excuso, si no cree que del libro Derivas, de Kate
Zambreno emerge la “energía de lo cotidiano” a través de una serie de minucias diarias.
Confío en que la palabra “minucias” le active la memoria y le lleve a citarme a
Lichtenberg (“la tendencia humana de interesarse en minucias ha conducido a grandes
cosas”), pero lo que sigue es un silencio profundo que delata un defecto de fábrica: no
tiene la IA la menor capacidad para asociar ideas, imágenes, recuerdos de vida.
Le deseo buenas fiestas y le agradezco inmensamente que haya dado carta de
crédito a la existencia en la vida real de la Constelación Lispector. Dos segundos de
espera, y llega su cortés respuesta: “No hay de qué. Piense que usted siempre da en el
clavo, con independencia de donde golpee el martillo”.
Enrique Vila-Matas
Café Perec, El País, 23/12/2025
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