ENRIQUE VILA-MATAS TEXTOS de VILA-MATAS 
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Une forêt, Jean-Yves Jouannais




estorninos




Mis amigos los pájaros, Josep María de Sagarra




Nerón
ÚLTIMAS TARDES DEL IMPERIO


Llamaron a la puerta y, sin mediar palabra, una mensajera fugaz, veloz, –reparé en el símbolo cristiano en forma de pez que llevaba colgado de su cuello– me entregó Une forêt, la nueva novela de Jean-Yves Jouannais. La enviaba el propio autor y me sorprendió que su trama conectara con ¿Por qué hacen eso?, mi columna del martes 25 del mes pasado en estas mismas páginas, la que hablaba de Los pájaros, de Hitchcock, y de los ataques de esas aves a los humanos, así como de “la amenaza aterradora que nos acecha” y que, en el momento de escribir esto, identifico con el espectáculo sincronizado de una bandada de estorninos que vi volar la semana pasada en el cielo de Tarragona.

Fue concluir la lectura de Une forêt y confirmar que la novela reunía todas las condiciones para dar continuidad a lo que, con humor, podríamos llamar mi “estado pajarero” de los últimos días. En alcanzar ese estado ha influido la noticia de que, en doble edición catalana y castellana, se ha publicado el clásico de 1922 Els ocells amics (Mis amigos los pájaros), de Josep María de Sagarra. “El libro aparece en un momento muy emplumado: llevo días viendo halcones cernirse en el cielo de la ciudad”, escribió Jacinto Antón.

Une forêt transcurre en 1947, tras la Segunda Guerra Mundial, en la devastada ciudad alemana de Bremen. Y narra cómo a Lenz, abogado y capitán del Ejército estadounidense al que le han encargado “desnazificar” los espacios públicos alemanes, se le asigna un caso bien peculiar: ¿qué hacer con un grupo de pájaros parlantes, estorninos que anidan en un bosque local y han aprendido a cantar himnos nazis que transmiten a sus crías?

Lenz se enfrenta a un dilema legal y moral: ¿tiene que defender a estas aves y demostrar que no son nazis fervientes, o bien erradicarlas para limpiar la vida pública de todo rastro del régimen caído? No se arredra ante el dilema (tan actual) y explora a fondo temas complejos, relacionados con la culpa colectiva y la resiliencia de las ideologías. Es como si Lenz hubiera comprendido que dedicarse a semejante dilema podía ser una ocupación divertida y siempre preferible al tedio.

Hablando de tedio, la semana pasada, en la Imperial Tarraco, lo arrinconé al dedicarme a recordar que en 1890 el británico Eugene Schieffelin trasladó 100 estorninos de Londres al Central Park de Nueva York, lo que acabaría provocando que estas aves se convirtieran en una especie invasora que aún hoy causa daños ambientales en Norteamérica, y también aquí, donde algunos creemos haber visto bandadas de estorninos que, en su viaje de vuelta a Europa, parecen cómplices de la “amenaza aterradora” que tanto nos acecha. Y quien sabe si no influyen en que nos sintamos súbditos de ese Imperio Romano en decadencia en el que, según Philip. K. Dick, seguimos viviendo todos. Algo que, de ser cierto, explicaría nuestra condición de cautivos del Mal, con toda esa sucesión delirante de emperadores romanos y otros pajarracos imperiales, con tantos chiflados, a un lado y otro del Atlántico, capaces todos de una majadería distinta cada día.

 

Enrique Vila-Matas
Café Perec, El País, 9/12/2025


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