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GRAMÁTICA DE LO INDECIBLE
EVA COSCULLUELA
Vuelve Vila-Matas y lo hace por todo lo alto con una novela que conecta con algunos
libros capitales en su narrativa, como la ‘Historia abreviada de la literatura portátil’ o
‘Bartleby y compañía’ pero que, a la vez, salta sus límites y ensancha su obra. El
protagonista, Vidal Escabia, trabaja en la elaboración de un canon por encargo de su
maestro, el escritor Altobelli, que antes de morir trabajaba en una antología «de
escritores desorientados, perdidos, malditos, sonámbulos o, por decirlo de otro modo,
paralizados por su lucidez». Pero este canon tiene poco de convencional: es un canon
desplazado e intempestivo formado a partir de libros que Escabia elige casi a ciegas en
una biblioteca a oscuras, uno cada día; después los lleva a la ventana e iluminados por
la luz elige «un fragmento que me seduzca, que me inyecte ese estímulo impagable
que me acaba llevando al gabinete de la escritura»; y, por último, anota sus
impresiones. Y como sucede siempre en los libros de Enrique Vila-Matas (Barcelona,
1948), la vida y la literatura permean y se funden hasta ser indistinguibles: esos
setenta y un libros elegidos acaban por ser una especie de oráculo que guía el devenir
del protagonista.
Vila-Matas se permite una pequeña gamberrada y convierte a su personaje en alguien
que puede ser (o no) un Denver-7, un androide que se desprogramó en el gran apagón
de Barcelona, para vertebrar una trama que le permite adentrarse en los entresijos de
la creación literaria; es el artificio del que se sirve para desplegar su estilo único y
magnético, un estilo que se erige en protagonista central de sus obras.
El corazón del libro nace de la pregunta que una amiga lanza a Escabia en una fiesta:
quiere saber en qué momento se sintió escritor. A partir de aquí, en ciento veinte
fragmentos —lo fragmentario tiene mucho peso en el texto, que es una reivindicación
de esta forma de contar—, Vila-Matas reflexiona sobre el lenguaje, el hecho de escribir
y crear; sobre la pulsión de la escritura, la intuición «que no tarda en convertirse en
seguridad, de que no hay una forma correcta de expresar algo con precisión, pues las
combinaciones posibles de palabras en una frase son infinitas»; y el fracaso como algo
inherente a ese intento de plasmar la vida en palabras, la constatación de que lo que
se quiere escribir resulta siempre «indecible». Ese fracaso y los «fracasistas» ocupan
buena parte del texto y nos ofrecen algunas de las mejores páginas.
En el relato de las peripecias de Escabia encontramos al protagonista desdoblado entre
narrador y Autor —la duplicidad y la otredad siempre presentes en la obra del escritor
barcelonés—, además del Auctor, con el que Vilas-Matas entra en el texto y se
convierte en el personaje de su personaje en un juego metaliterario
inconfundiblemente vilamatiano. Las voces ocupan la cabeza del creador del canon
que, a lo Whitman, contiene multitudes, y en ellas se proyecta la dicotomía entre lo
que vivimos y el relato que construimos de lo vivido, de nosotros mismos.
La novela tiene varias ideas memorables: por un lado, esa propuesta contradictoria de
hacer un canon que representa todo lo contrario a la definición de canon —nada
normativo, nada totalizador, nada objetivo—; por otro, el viaje de los libros de la
oscuridad a la luz y después a un lugar más alto e importante todavía: la escritura
como lugar superior y central por encima de todo, pero que necesita de la iluminación
para producirse. También la idea de que la creación de una biblioteca pasa más por
eliminar libros que por añadirlos. Y la visión de la literatura como palimpsesto, pues
toda obra está compuesta a partir de obras precedentes.
Este ‘Canon de cámara oscura’ es un festival de literatura de todos los tiempos, una
reunión imposible entre Kafka, Ribeyro, Montaigne, Zweig —y la conexión entre su
mundo de ayer y el de hoy—, Sterne, Joseph Roth y otros muchos escritores, algunos
reales y algunos inventados, igual que los fragmentos que elige. Todos ellos conforman
este canon y, por tanto, la vida de su creador, que —androïdes aparte— remite en
muchas cosas a la del autor. Encontramos en este texto al Vila-Matas más juguetón y
libre de los últimos tiempos, un Vila-Matas que logra poner en palabras —sin rozar
siquiera el fracaso— su particular relación con la realidad: su personalísima mirada
hace que, en sus manos, la vida se empape de literatura y la literatura de vida. Vila-
Matas añade un nuevo capítulo a ese libro gozoso e incesante que es su obra,
doscientas veinte páginas de puro disfrute.
*Canon de cámara oscura / Enrique Vila-Matas / Seix Barral 2025
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