ENRIQUE VILA-MATAS LA VIDA DE LOS OTROS 
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1928, E. O. Hoppe
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Sandycove
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BIBLIOGRAFÍA de
                
DUBLINESCA

UNA NUEVA ODISEA

NICK CAISTOR


El mundo, ya se sabe, es una biblioteca de Babel. Recorremos las estanterías y de vez en cuando sacamos un tomo que parece interesante, y lo engullimos antes de pasar al próximo. Tal y como su nombre indica, esta biblioteca del mundo contemporáneo no tiene un punto central y, además, son muy pocas las posibilidades de poder encontrarnos con otro lector y de tener una conversación o tertulia que sea significativa.

El protagonista del libro más reciente del siempre valiente Enrique Vila-Matas está quizá más perdido que nadie en esta biblioteca/laberinto, puesto que ha trabajado toda su vida como editor de literatura en Barcelona. Al acercarse a la edad fatídica de los sesenta años, Samuel Riba decide hacer dos cosas: vender su editorial, que de todas maneras no daba más que pérdidas y que, al parecer, nunca cumplió con su sueño primordial –el de encontrar el autor genial– y, ante la embestida del mundo virtual, despedirse de la época Gutenberg y su «fanatismo desmesurado por la literatura». Riba también ha tenido una debilidad por el alcohol, una propensión que ya lo ha dejado no sólo a un paso de la muerte, sino también con un ultimátum de su amada esposa Celia: o ella, o la ginebra. Puesto que realmente ama a su mujer de muchos años, Riba se esfuerza por no beber. Sin embargo, la vida sana lo aleja de sus amigos literarios, mientras que, al mismo tiempo, amenaza con dejarlo a merced de lo que más teme: la pantalla de su ordenador. Cada vez más se comunica a través de correos electrónicos y se pasa durante horas buscando de forma obsesiva en Google, hasta tal punto que tiene miedo de convertirse en un hikikomori, uno de esos “autistas informáticos, jóvenes japoneses que para evitar la presión exterior reaccionan con un completo retraimiento social”. Los amigos que le quedan insisten en que corte por lo menos un poco con la vida de internauta, idea a la que se suma su esposa, que lo ha bautizado como su “querido autista”. Celia, sin embargo, parece haber elegido otro camino igualmente engañoso para sobreponerse a la desilusión de lo cotidiano. Para ella, la respuesta se encuentra en un budismo que le hace vivir cada momento de la manera más intensa.

Riba, por su parte, intenta desempolvarse con un viaje a Dublín. Irá con tres amigos para celebrar el Bloomsday y un réquiem a la era de la imprenta: el asesinato del período Gutenberg a manos de la era digital (la novela hereda su título y también el tema de la celebración de un funeral tanto de James Joyce como de un poema de Philip Larkin titulado Dublinesque). En el viaje a Irlanda veremos al protagonista prácticamente confinado a su mundo interior, intercambiando con los demás diálogos que parecen no llegar a nada, tratando de captar un mundo nuevo al que percibe como un extranjero que no habla el idioma y en el que no logra clausurar sus ideas. La memoria de un mal sueño que tuvo en Barcelona le recordará el peligro de una posible recaída etílica, un acecho constante que vivirá junto a la recurrencia de antiguas búsquedas obsesivas (como la del autor genial) nacidas tiempo atrás, cuando todavía era editor. Según el prisma con que se considere, el viaje de Riba puede ser un viaje de iniciación o bien de finalización.

Dublinesca toca muchos de los temas ya aparecidos en otras de las obras de Vila-Matas, como los abismos y vacíos personales, la idea de riesgo relacionada con la literatura y vidas que están a punto de caerse por el precipicio. El libro se construye sobre la base de escasos diálogos y del gran monólogo del protagonista, plagado de referencias a otros escritores, citas que resuenan en su cabeza, seres y vidas regidos por la quietud exterior y la turbulencia interior, imágenes de hombres que aparecen y se esfuman, un catálogo de existencias posibles construidas sobre lo imaginario y sus desapariciones. Riba nos hará conocer la apuesta ética-literaria de Vila-Matas, que aboga por un tipo de lectura diferente (fragmentos de este manifiesto también aparecieron publicados en forma de artículo en el periódico El País y fueron repetidos por el autor en una conferencia conjunta con Paul Auster celebrada en agosto de 2009 en el PEN American Center). La propuesta literaria se basa en el concepto de que “la caída del hechizo del best seller dé paso a la reaparición del lector con talento y se replanteen los términos del contrato moral entre autor y público”. En esta declaración de principios, Vila-Matas apela a un lector de vocación, con una “capacidad de emoción inteligente, deseos de comprender al otro y de acercarse a un lenguaje distinto al de nuestras tiranías cotidianas”.

Así es como el argumento de esta novela y su manifiesto estético nos colocan frente a la pregunta de cómo preservar nuestra identidad en un mundo donde todo parece tener una realidad virtual. También parece abrir otro interrogante fundamental para los lectores y escritores de hoy con respecto a cómo se posiciona la literatura en nuestra actualidad posmoderna: ¿es y puede ser un valor en un mundo donde la jerarquía de valores parece haberse esfumado para siempre?

Revista de Libros. Madrid, página 43 del número de julio-agosto 2010.
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