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José María Pozuelo Yvancos
Figuraciones del yo en la narrativa, Javier Marías y Enrique Vila-Matas
Valladolid: Cátedra Miguel Delibes, Servicio de Publicaciones e Intercambio Editorial, Universidad de Valladolid; Junta de Castilla y León, 2010
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YO ES OTRO
PATRICIO PRON
José María Pozuelo Yvancos es catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad de Murcia y el autor de una obra extensa en la que destacan Teoría del lenguaje literario (Madrid: Cátedra, 1988), Teoría del canon y literatura española (en colaboración con Rosa María Aradra Sánchez, Madrid: Cátedra, 2000) y De la Autobiografía. Teoría y estilos (Barcelona: Editorial Crítica, 2005); también es autor de una considerable obra crítica en prensa escrita que se cuenta entre las referencias ineludibles para cualquiera que desee conocer los derroteros de la literatura española contemporánea. En octubre de 2009 fue invitado a impartir un curso de doctorado en la "Cátedra Miguel Delibes" de la City University of New York y el crítico escogió profundizar en las literaturas del yo sobre las que había escrito en la última obra mencionada arriba. Figuraciones del yo en la narrativa reúne lo escrito para ese curso, en el que Pozuelo Yvancos desarrolló el concepto de "figuración del yo", que, a diferencia del extendido y a menudo malinterpretado término "autoficción", el autor considera "más general y comprehensivo" (10).
En Figuraciones del yo en la narrativa Pozuelo Yvancos parte de la ya clásica cita del escritor francés Serge Dubrovsky en su novela Fils (1977) acerca de la autoficción como el tipo de narrativa acorde con una concepción de la existencia como una suma de fragmentos inconexos (y cuya especificidad en términos formales radica en la identidad nominal entre autor, narrador y protagonista y su caracterización como novela) para contextualizar la emergencia del concepto y dar cuenta de los textos que fueron funcionales a su creación como el ensayo de Philippe Lejeune Le Pacte autobiographique y la autobiografía Roland Barthes par Roland Barthes (ambos de 1975); para el crítico, el surgimiento de la autoficción se debió a la "crisis del personaje narrativo y [la] deconstrucción del yo autobiográfico" (14), dos temas que aparecen en la narrativa de los autores a los que dedica su estudio, Javier Marías y Enrique Vila-Matas. Pozuelo Yvancos se distancia de otros críticos que han abordado el tema como Manuel Alberca, autor del seminal El pacto ambiguo. De la novela autobiográfica a la autoficción (Madrid: Biblioteca Nueva, 2007), al distinguir entre la autoficción y la "figuración del yo (que no se le opone pero sí se le diferencia)" y cuya principal característica sería "la consciente mistificación [...] de un yo figurado que, si bien posee virtualmente algunos rasgos de su autor, es un narrador que ha enfatizado precisamente los mecanismos irónicos [...] que marcan la distancia respecto de quien escribe, hasta convertir la voz personal en una voz fantaseada, figurada, intrínsecamente ficcionalizada, literaria en suma" (29, cursivas del autor).
Dos
La novedad de este enfoque se deriva de su carácter esencialmente estilístico y no formalista. Aunque la caracterización de la obra de ambos autores como autoficciones es fácilmente rebatible recurriendo a la inexistencia en ellas de una identidad nominal entre autor, narrador y protagonista, Pozuelo Yvancos va más allá al postular la existencia de una cierta "voz reflexiva" (30) propia del ensayo que tanto Marías como Vila-Matas prestarían a sus narradores y que les permitiría "construir al yo un lugar discursivo, que le pertenece y no le pertenece al autor, o le pertenece de una forma diferente a la referencial. Le pertenece como voz figurada, es un lugar donde fundamentalmente se despliega la solidaridad de un yo pensante y un yo narrante" (30, cursivas del autor).
Este carácter reflexivo y, de algún modo, ensayístico de una narrativa interesada en contar a la vez que en revelar cómo cuenta permea lo que Pozuelo Yvancos denomina el "ciclo Deza" de Javier Marías, a quien dedica la segunda sección de su libro; este ciclo, conformado por las novelas Todas las almas, Negra espalda del tiempo y Tu rostro mañana, está atravesado para el autor por lo que éste denomina "una voz en el tiempo, única capaz de superar la Muerte y las trampas de la mentira (y) de la Historia" (39-40, cursivas del autor) que el crítico remonta a dos artículos de Marías, "Autobiografía y ficción" (1987) y "Quién escribe" (1989), que funcionan en el marco de su proyecto narrativo como declaración de intenciones y guía de lectura; en ellos, Marías habla de "disimular, disfrazar, desviar" (55) los contenidos autobiográficos de la obra de manera que su estatuto ficcional, sobre el que la misma obra reflexiona, no sea transparente y resulte de lo que Pozuelo Yvancos llama "la doble figuración, real y ficticia, de la fuente narrativa" (104, cursivas del autor).
Algo similar sucede con la obra de Enrique Vila-Matas, que Pozuelo Yvancos analiza en la tercera sección de su obra prestando especial atención a Historia abreviada de la literatura portátil (1985) y a lo que denomina su "tetralogía de la escritura" (145, cursivas del autor) conformada por Bartleby y compañía (2000), El mal de Montano (2002), París no se acaba nunca (2003) y Doctor Pasavento (2005); la característica principal de esta serie surge del hecho de que "su voz narrativa ha nacido [...] totalmente contigua al lugar reflexivo del ensayo" en la tradición de autores como Michel de Montaigne, el Franz Kafka de los Diarios, Robert Walser y Georges Perec y como resultado de "un trasvase continuo entre una parcela de su producción literaria y la otra", conformada por artículos, conferencias y ensayos, que "ha hecho indistinguibles el yo ficticio y el yo real en los distintos géneros, los ficcionales y los que aparentemente no lo eran" (144).
Tres
Al igual que en el caso de Marías, Pozuelo Yvancos analiza aquí en primer lugar dos artículos en los que Vila-Matas explicita su proyecto, "Mastroianni-sur-Mer" y "Un tapiz que se dispara en muchas direcciones"; ambos artículos reunirían las características de buena parte de la producción literaria del autor: "anécdota menor biográfica como punto de partida, mezcla de elementos y personas reales con sucesos posiblemente inventados [...] y el humor como elemento clave" (159). Vila-Matas habría utilizado el ensayo como ámbito de experimentación de temas y estructuras que reaparecerían más tarde en su obra más específicamente ficcional; particularmente, de un cierto dispositivo consistente en "ir realizando la narración de cómo ha construido el ensayo que está el lector leyendo en ese momento" de forma que "la historia del decir, que el narrador va componiendo, coincide totalmente con lo dicho (y escrito), a la manera de un espejo donde se mira la creación que está surgiendo. El lector lo que ve es el espejo y no puede decir con facilidad cuál de los dos lados es el rostro verdadero" (161).
Todo el arte después de Marcel Duchamp es una declaración de principios al tiempo que una puesta en escena, un ejemplo específico, de esos mismos principios. Pozuelo Yvancos destaca este aspecto de la obra de ambos autores, y particularmente de Vila-Matas, como uno de sus principales aportes a la literatura contemporánea en español; para el crítico, "la figuración del escritor en Vila-Matas [...] no es un asunto, antes bien es una forma, una estructura, [...] y la mejor manera de trazar esa idea es hacer que coincidan la producción del significado y el texto mismo del que tal producción es objeto o consecuencia. De esa manera sujeto y objeto son indistinguibles" (182, cursivas del autor). El juego de identidades que atraviesa toda la obra de Vila-Matas también es analizado por Pozuelo Yvancos, quien desestima acertadamente la caracterización del autor de la reciente Dublinesca (2010) como escritor posmoderno para considerarlo un heredero de la crisis del realismo surgida de la irrupción de las vanguardias históricas y sus principales preocupaciones: la "desconfianza respecto del lenguaje", la "quiebra del héroe como entidad sólida", la "idea de una red infinita de textos que suplanta a la identidad personal" y la "relevancia de una textualidad como horizonte de mundo" (224).
Cuatro
Uno de los problemas más habituales en el ámbito de la literatura consiste en que en ocasiones los críticos no están a la altura de los autores cuyas obras deben juzgar. Naturalmente no es el principal de los problemas que afectan a este ámbito (que está repleto de ellos) pero su existencia, a la que debe sumarse la especialización ineludible en el ámbito académico y el desmembramiento de las literaturas en parcelas nacionales, supone un grave lastre para la comprensión de algunas obras literarias y de ciertos autores cuyo cosmopolitismo y radicalidad resultan incómodos para cierta crítica. Que Javier Marías y Enrique Vila-Matas pertenecen a este tipo de escritores no escapa a ningún lector, del mismo modo en que también resultará patente a quienes lean Figuraciones del yo en la narrativa que José María Pozuelo Yvancos es uno de los pocos críticos españoles que está a la altura de los escritores de los que escribe. Su enfoque tiene méritos notables, entre los que habría que incluir el no incurrir en la confusión entre el autor real y el narrador y lo que algunos críticos denominan el "autor implícito", una confusión habitual en cierto tipo de lecturas en clave autobiográfica que soslayan el hecho de que existe una contradicción irresoluble en la propuesta de juzgar un texto con criterios y referencias provenientes del mundo extratextual. Otro de sus méritos es el de situar la producción de ambos autores en el marco más general de "la crisis contemporánea del sujeto" y "el cuestionamiento de la metafísica de una identidad ontológica, sólida y maciza, sostenida [...] por la propia lógica de los sistemas culturales narrativos" (165) en vez de atribuir sus peculiaridades al capricho personal o a la supuesta autonomía de la obra literaria.
Figuraciones del yo en la narrativa viene a probar que "la figuración de un yo personal puede adoptar formas de representación distintas a la referencialidad biográfica o existencial" (22) y, en ese sentido, propone un reordenamiento del amplio territorio de las literaturas del yo que parece tan necesario como apasionante. Las objeciones que se pueden poner al están relacionadas con ciertas repeticiones propias del carácter oral de una clase universitaria que podrían haberse eliminado en la versión impresa, algunas erratas que afean el libro y ciertos pasajes que parecen innecesarios en su alabanza excesiva a los autores tratados, como cuando el autor escribe que "Negra espalda del tiempo, novela que considero clave en la trayectoria literaria de Javier Marías, tanto porque ella es en sí una obra maestra, plagada de páginas emocionantes, irónicas, líricas, reflexivas, con todas las mejores armas del narrador, pero también del ensayista, y aún del prosista poético [...]" (104) pero no desvirtúan la importancia de la obra en el marco de la recepción crítica de los dos autores abordados en ella, de la que constituye un texto ya imprescindible. |