|
FUERA DE LA FRASE SÓLO EXISTE EL ABISMO
ANDREA BAJANI *
Siempre me ha llamado la atención la conclusión de la parábola artística y humana de Van Gogh. Para darla por cerrada, se fue al campo de Auvers y se disparó un tiro en el pecho. Lo encontraron, lo socorrieron, pero todo intento por salvarlo fue inútil: dos días después murió en el hospital. Sin embargo, esperó a que llegara su hermano Theo para marcharse del todo, casi en sus brazos. Ahora bien, cualquiera que esté familiarizado con el campo de Auvers no puede dejar de pensar en su semejanza con el famoso lienzo Campo di grano con voli di corvo. En otras palabras, lo que siempre me ha llamado la atención del trágico final de Vincent Van Gogh es la decisión de ir a suicidarse en uno de sus cuadros. Para tolerar la vida, Van Gogh se había trasladado al arte, en el que de todos los alejamientos es el más natural, aunque extremo, porque no tiene salida.
El "financiamiento Van Gogh", entendido como el apoyo de su hermano Theo a Vincent, es un poco el ojo de la tormenta en Esta bruma insensata, la novela de Enrique Vila-Matas con la que se da la coincidencia de que aparece ahora en Italia (en la cómplice traducción de Elena Liverani) mientras en España se publica y es muy bien recibida su última novela, Montevideo. ¿Por qué digo que el "financiamiento Van Gogh" es el ojo de la tormenta? Porque de alguna manera nos lleva al centro del huracán de esta endiablada, dolorosa, hilarante y hermosa novela. La financiación antes mencionada es la muy modesta que le dio Grand Bros a su hermano Simon Schneider a cambio de servicios literarios. Gran Bros –su nom de plume, Rainer en el registro civil– y Simon, son hermanos Detrás de ellos, la sombra del Padre. Gran Bros es un escritor que se escapó de todo, salió de Cataluña y desapareció en Nueva York, optando por la leyenda. Se ha unido a la lista de Pynchon y Salinger, de la que no hay testimonio directo. Solo rumores, mitología y algunos recuerdos.
Que Gran Bros se haya convertido en una leyenda, es algo que ha sido posible gracias al puente tendido sobre el Atlántico por el infatigable trabajo de su hermano, el trabajo de Simon, al que Rainer llama "el ayudante" al estilo walseriano y que es un gran proveedor de citas literarias. Envía frases a Gran Bros, y éstas se mezclan en una obra singular, considerada por aparente paradoja como "única" a pesar de estar entretejida con frases ajenas. Simon se considera a sí mismo como una "cita viviente", a veces con felicidad por los demás, y no pocas veces con extrema frustración. Este suministro constante de municiones literarias crea una subordinación, y el salario es, en cierto modo, más una humillación que una justa compensación. Rainer es una leyenda, Simon simplemente no lo es. Uno está en Nueva York, en plena mitología, y lanza señales lacónicas y sarcásticas. Simon se encuentra en una casa destartalada en Cap de Creus, al borde del mar, y envía citas literarias en una botella, en cumplimiento del "préstamo Van Gogh". Hace de Theo, al menos en apariencia.
Esta bruma insensata es, por así decirlo, un concentrado de Vila-Matas. Gran Bros es una variante del Doctor Pasavento, un escritor que sufre del "mal de Montano", y es un bartleby, o alguien de los que prefirieron decir No y decidió salirse del cuadro, dejar de existir, o al menos no existir para los demás, sino sólo para uno mismo. Sin embargo, esta novela merece un lugar en sí misma, en la obra del autor de Exploradores del abismo y Dublinesca. Es este elemento de la hermandad, y de la familia en general el que nos hace sentir un dolor muy especial, en la historia de la parábola de Grand Bros y su llamado "asistente". Es una especie de espina en el costado de la historia, e ilumina uno de los aspectos más característicos de Vila-Matas, aunque a menudo se pasa por alto. La matriz profundamente existencial, aquella para la que escribir es una forma de vivir, y por tanto también de morir.
Simon y Rainer, así como Vincent y Theo, son dos hermanos, es decir, son dos personas distintas que, sin embargo, comparten un destino y una condena en la sangre. Para Vincent, Theo será siempre la alternativa de la vida al arte, el complemento concreto -la tierra- de su disolución en pintura. Theo no podrá salvarlo, pero él estará allí, siempre fuera del marco, para sostener el estandarte de la vida. Por el contrario, Simon y Rainer también son similares en su destino final. Rainer se ha disuelto en el Gran Bross, y su "energía de ausencia" creó su fama literaria. Pero Simon también lo hizo, se escondió detrás de frases ajenas, se vistió de entrecomillados para volverse invisible, nunca visto. Los dos solos, los dos escapando de la vida y buscándose en la literatura, o más bien buscando un jirón de sentido a la vida en la literatura. Es decir, seguir creyendo, de forma ingenua y visionaria, que, de poder terminar una frase escrita, estaremos a salvo. "Toda mi vida de repente pareció pender de un único hilo inesperado que a la vez era mi único objetivo claro: poder completar aquella frase". Fuera de la frase, sólo existe el abismo.
* La Stampa, 12/11/22 |