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MONTEVIDEO. TODO ESTÁ AHÍ LUMINOSO Y FELIZ.*
EDUARDO LAGO
Es (Montevideo) muy luminosa, se abre a múltiples espacios y es varias novelas, no solo una, aunque es una también. Es verdad que en la parte de Montevideo crece. Ha sido extraño para mí tropezarme con tantas coincidencias de momentos importantes para mí. La volveré a leer porque una sola lectura deja mucho que no entra en la imaginación de lleno. Parece algo escrito desde otra dimensión como decían que pintaba De Kooning al final de su vida, como alguien que regresaba no se sabe de dónde. Es muy enigmática, pero sobre todo es luminosa. Ahí está toda tu vida de lector. Es una autobiografía en momentos musicales y pictóricos. Te apoyas en Cortázar como en un trampolín para dejarlo atrás, aunque viaje a tu lado. Están todos vigilando. Borges, Tabucchi, Melville, Valle Inclán, Herrera y Reissig, y ahí te afianzas como un gran conocedor de nuestro canon, el nuestro, el de la lengua de Cervantes, más que las demás tradiciones, aunque te rodeen los geniecillos dominicales que dieron forma desde el principio a lo que eres. Walser, Kafka, disculpa los olvidos. Es esa la felicidad de la novela. Es una novela loca y feliz perfectamente calibrada. Y es un aparte de todo lo que has hecho antes porque entras efectivamente en otra dimensión, en otras dimensiones, puerta tras puerta, habitación tras habitación. Hay momentos grandiosos, muchos, como cuando entras en la habitación y estás en un cuento fuera de la realidad. Metalepsis como cuando Woody hace que su personaje se salga de la pantalla, o Borges se acuerde de la Rosa con la que soñó Coleridge, que tenía entre las manos cuando despertó. Es una novela de alcance cósmico que se dispara lanzándose al espacio exterior pura y espontánea desenfadada y más. Todo está ahí luminoso y feliz
* Carta de Eduardo Lago a EVM. |