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«Sospecho que si Aunque no entendamos nada, el texto que abre esta colección de artículos y ensayos literarios, fuera lo único que hubiera escrito en toda mi vida, ese texto, por sí solo, sería ya más que suficiente para hacerse una idea completa de cuál es mi visión del mundo y de la literatura. Y es que en Aunque no entendamos nada está concentrada toda mi poética, basada fundamentalmente en cargar de sentido al absurdo y considerar que lo esencial de la realidad se encuentra en los libros.
Aunque no he entendido nunca nada de este mundo (y, en cambio, no sé por qué, entiendo muy bien lo que estoy escribiendo en este prólogo), aunque no he entendido nunca por qué vivo ni tampoco por qué un día estaré muerto, aunque no he entendido nunca nada, yo he seguido siempre adelante buscando y encontrando siempre en la literatura, y paradójicamente en el absurdo, el sentido del mundo.
Habría quedado muy elegante y shandy haber escrito tan sólo Aunque no entendamos nada y verme convertido en lo que nunca me atreví a ser: el discreto autor de un opúsculo perfecto. Pero como contrapartida no existiria el resto de textos que recoge este volumen y que tengo en gran aprecio. Sería en el fondo lamentable que no hubiera escrito, por ejemplo, las columnas que desde febrero de 2001 envío quincenalmente a la redacción de Las Últimas Noticias, a mi amigo Andrés Braithwaite (a quien está dedicado este libro, que él tuvo la idea de poner en marcha), unas columnas aquí reunidas bajo el título Hasta ahora, todo perfecto. Y también sería lamentable, al menos para mí -los demás tienen todo el derecho de no entender nada de lo que digo-, que no hubiera escrito Regreso al tapiz que se dispara en muchas direcciones (texto clave para mí, pues su estructura me sirvió de ensayo general para la estructura de mi novela más chilena, El mal de Montano). Y lo mismo digo de mis aproximaciones raras a los mundos de Juan Emar y de Roberto Bolaño, dos escritores de mi cuerda literaria, extraordinarios ambos. Cierra el volumen una declaración de principios estéticos titulada Discurso de Caracas, una emocionada meditación sobre la responsabilidad y el poder de las palabras, aunque a veces digamos que no las queremos o que no nos sirven o que no las entendemos nada.»
E. V.-M. |