ENRIQUE VILA-MATAS |
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HIJOS SIN HIJOS (1993)
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EDICIÓN ORIGINAL Y TRADUCCIONES
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- Echevarría, Ignacio, “Sombras checas. La extraña belleza de los relatos de Vila-Matas”, El País, Babelia 71, 20/02/1993, p. 11.
- Monmany, Mercedes, “Y Kafka se fue a nadar”, Diario 16, 9, 20/02/1993, p. XIII.
- Acín, Ramón , “De mentiras y realidades”, Heraldo de Aragón , 4/03/1993, p. 3.
- Tarifeño, Leonardo, “Imposturas ejemplares”, El Observador, 4/03/1993, p. III.
- Masoliver Ródenas, Juan Antonio, “Historias de un heterodoxo español”, La Vanguardia, 5/03/1993, p. 39.
- Juristo, Juan Ángel, “Ser brillante es un valor”, Ajoblanco, 51, abril de 1993, p. 71.
- Miñambres, Nicolás, “Friso de la vulgaridad”, El Norte de Castilla, 3/04/1993.
- Masoliver Ródenas, Juan Antonio, Vuelta, 199, México, junio de 1993, pp. 45-46.
- Domene, Pedro M., “La pérdida del sentido: Hijos sin hijos de Enrique Vila-Matas”, Ideal, 10/06/1993, p. VII/35.
- Basanta, Ángel, “Hijos sin hijos”, ABC Cultural, 85, 18/06/1993, p. 10.
- Santonja, Gonzalo, “En cualquier tiempo, en otro país”, El Mundo, 24/07/1993, p. 11.
- Sánchez Lizarralde, Ramón, El Urogallo, 88-89, septiembre-octubre de 1993, pp. 39-40.
- Camps, Susana, “El juego de la realidad”, Clarín, 25/11/1993.
- Ericsson, Ulf, “Självmord som hyllning till livet”, Dagens Nyheter, Suecia, 8/02/1994, p. 14.
- Homero, José, “Pequeñas historias minerales”, Novedades, México, 3/04/1994, pp. 2-3.
- Larios Vendrell, Luis, World Literature Today, Universidad de Oklahoma, verano de 1994.
- Masoliver Ródenas, Juan Antonio, “El rigor de la invención”, El Urogallo, mayo de 1995, pp. 46-48.
- Lindon, Mathieu, “Vila-Matas, les petits d'Espagne”, Libération, París, 11/02/1999, pp. I-II.
- Rérolle, Raphaelle, “La réalité en trompe-l'oeil”, Le Monde, París, 2/04/1999, p. 2.
- Crépu, Michel, “Vila-Matas, un Kafka d'Espagne”, L'Express, París, 27/05/1999, p. 106.
- Marey, Juam, “La déraison sous bien des formes”, La Création, París, julio-agosto de 1999.
- Jarque, Fietta, “Kafka, el padre de todos”, El País, 23/06/2001, p. 23.
- Germán, Ignacio. “Hijos sin hijos”. IG blogspot. 19/10/2014.
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FRAGMENTO DE UN LIBRO DE
CONVERSACIONES
CON ANDRÉ GABASTOU
¿Por qué elegir un título tan redundante como Hijos sin hijos para un libro que no hablará mucho de eso, digamos de la ausencia de paternidad?
En un espacio donde hay “hijos sin hijos” da igual si se habla mucho o poco de la ausencia de paternidad. Esa ausencia está siempre ahí. Y es una ausencia que acaba por hacerse muy notable. Bueno, verás. En mi libro Hijos sin hijos –que considero entre los cuatro mejores que he escrito; no me preguntes ahora cuáles son los otros tres- lo que pretendí contar fue una muy singular y heterodoxa Breve Historia de España de los últimos 41 años, comenzando a contar al revés a partir del año -1991- en que escribí el libro. El libro está lleno de hijos sin hijos, que para mí son personas que no desean descendencia alguna, seres a los que su propia naturaleza aleja de la sociedad y que, en contra de lo que pueda pensarse, no necesitan ninguna ayuda, pues si quieren seguir siendo de verdad sólo pueden alimentarse de sí mismo: personas que se han inventado una especie de indiferencia distante que les permite no estar ligadas a la realidad sino por un hilo invisible como el de la araña, pues todas parecen sintonizar con una frase de Kafka. ¿Te la digo?
Franz Kafka aparece en las primeras páginas como el hijo sin hijos por excelencia ¿por qué él?
Bueno, la frase de Kafka es: “Hoy Alemania ha declarado la guerra a Rusia. Por la tarde fui a nadar”. Es de su Diario, agosto de 1914. No hay un mayor hijo sin hijos en la historia de la literatura que Kafka, soltero toda su vida en casa de su padre. Por otra parte, decidí que Kafka era el hijo sin hijos por excelencia para no decir que ese hijo sin hijos por excelencia era yo mismo. No hay más secreto.
¿Por qué el narrador dice que ha escrito la historia corta y heterodoxa de los 41 últimos años de un país que se llama España? ¿Por qué 41 años? ¿Por qué heterodoxa?
Heterodoxa porque jamás se había contado como la cuento yo, con el enfoque que le doy. Se trata de contar la historia de un país que me parece una tierra baldía y desheredada, sin demasiado (ningún) futuro, casi yerma (de hecho estéril por completo), muerta para la gracia de la vida, hasta el punto de que vemos aparecer en el libro la sombra de eso que Jorge Guillén en carta a Salinas llamó “la realidad modesta de España”
Poner al mismo nivel plan histórico y plan personal es algo de muy shandy, ¿no?
Sí, el narrador, muy shandy, lo explica en el prólogo. Cuando, por ejemplo, se produce una noticia de primera plana, los hijos sin hijos lo ven como una injerencia en sus vidas y se dedican a esperar –como ya, por otra parte, hiciera muy bien Kafka- a que llegue la tarde, y entonces se van a nadar.
Dices que hay en el libro 41 textos cortos que proceden de textos de Kafka (que tenía 41 años cuando murió). Christian Bourgois me hizo notar que en cualquier caso los 41 eran muchos menos. ¿Cuál es el sentido de este engaño?
Las supuestas citas kafkianas –es verdad, son muchas menos de 41- quería yo que funcionaran a modo de sintaxis secreta. Es cierto, en cualquier caso, que las diez o doce citas que hay de Kafka engrasan muy bien –como si fueran puro aceite- las historias que narro.
Hablas de una « Breve y heterodoxa Historia de España de los últimos 41 años, pero es sobre todo, me parece, una historia delirante de España o de los delirios españoles.
No es culpa mía, es España la que es delirante.
¿Por qué esta elección de lugares (Granada, Meudon, Salamanca, Sevilla, etc.) que, a veces, no tienen aparentemente nada que ver con las historias contadas?
-Siempre tienen que ver. Situar la acción en un lugar previo ayudó mucho a mi imaginería narrativa. Por ejemplo, el Cáceres de 1956 que decidí que serviría de marco para El paseo repentino me lo impuse tras un sorteo con varias ciudades que hice yo mismo. Pero una vez supe que mi cuento sobre el afán de estudiar sucedía en Cáceres, comencé a enlazar la acción de ese relato con el mundo de los conquistadores extremeños del Perú y finalmente con Cuzco y con aquel libro de José María Arguedas donde hay un padre y un hijo que pasean por una calle peruana muy extremeña.
Un ejemplo de historia delirante es el cuento Un alma desocupada contado por un mosquitero narrador.
Sí, se trata de un cuento en el que quería aportar algo a las discusiones teóricas sobre el tema del punto de vista en las narraciones. No hay duda de que hacer que sea el mosquitero quien narre la historia fue un planteamiento algo osado. Es, junto a El paseo repentino, el cuento más interesante de mi libro, creo. Pasé un año que, cuando me emborrachaba, pensaba que yo era un mosquitero. Ese relato me volvió muy humilde, aprendí mucho con él.
El paseo repentino es una desviación de la Carta al padre de Kafka, pero desde un punto de vista no kafkiano. ¿Me equivoco?
Ahí quería tan sólo explicar que en toda mi vida jamás he dejado de ser un estudiante eterno, perpetuo, siempre en vela. Un estudiante que no descansa.
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IMÁGENES
Franz Kafka con Ottla,
su hermana favorita, ca. 1914
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El mosquitero de Meudon
(en Un alma desocupada)
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Melilla al fondo
(de El hijo del columpio)
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Lo grité varias veces muy
exaltado (del relato Televisión)
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Seises de Sevilla
(en El vampiro enamorado)
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HIJAS SIN HIJAS, por Alicia Framis |
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(*) Chet Baker piensa en su arte (DeBolsillo, 2011) contiene los relatos: 'Señas de identidad' y 'El hijo del columpio'.
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enriquevilamatas.com |
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