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«Extrañas notas de laboratorio se publicó en Venezuela a la sombra del premio Rómulo Gallegos y cuenta ya con una segunda edición revisada. Contiene únicamente gran parte de los artículos que durante una larga temporada publiqué mensualmente en la revista Letras Libres.»
BIBLIOGRAFÍA
- Skan, Mario, “Lecturas”, Blog Cuaderno Ribadavia, 1/09/2009.
- Hernández, Alberto, “Un libro de extrañas notas”, La nausea, 30/04/2010.
- Torres, Alejandro, “Extrañas notas de laboratorio – Enrique Vila-Matas. CELARG, 2003”, Blog Arbol de tinta, 20/06/2011.
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Ednodio Quintero y V-M,
Venezuela 2009
«Pero yo siempre he pensado que la realidad no hay quien la entienda y que por eso escribo. La realidad, como la vida -como este fin de semana tan largo-, no tiene sentido, pero en cambio sí lo tiene la literatura, y sospecho ahora que hasta este artículo -que se me ha vuelto relato- acabará por tener sentido, adquirirá -como si lo viera- una íntima coherencia. Escribir es pactar con el sinsentido del mundo.»
De El buzón de los fantasmas |
Por Ednodio Quintero. (*)
Como ya todo el mundo lo sabe en este salón, y como será divulgado a partir de esta misma noche a los cuatro vientos y en treinta y dos lenguas, incluyendo el guaraní, me llamo Enrique Vila-Matas. Muchos, a partir de este momento memorable, me llamarán Doctor, como a uno de los más entrañables personajes de una novela mía titulada: Doctor Pasavento —experto en el arte de desaparecer. Así pues, no se extrañen si al final de esta velada solemne, en lugar de mi figura de carne y hueso (oculta en esta vestimenta medieval), de piel teñida por los soles de otoño del Mediterráneo —allá donde nací, como dice una canción de mi amigo Serrat— y en parte bruñida por el resplandor vespertino y caribeño que baña la principesca mansión de mi amigo del alma Sergio Pitol, en Xalapa, Veracruz, no se extrañen, digo, si al final de todo esto desaparezco por alguna alameda del fin del mundo. No se extrañen si al buscarme encuentran una de esas magníficas máquinas solteras ideadas por Marcel Duchamp, desnudo bajando una escalera desde la buhardilla del edificio donde viviera Marguerite Duras, y portando la maleta que llevaba Walter Benjamin en su pavorosa y letal huida por la frontera franco-española, muy cerca de Port Bou. Sí, señoras y señores, me llamo Enrique Vila-Matas. Llámenme Doctor, Doctor Vila-Matas
(*) Discurso en la orden del doctorado honoris causa a Vila-Matas
en la Universidad de los Andes, Mérida, 10 de julio de 2009 |